Tengo, tengo, tengo…
tú no tienes nada.
Tengo un montón de cosas…
que ya no me valen para nada.
Ese es el pan nuestro de cada día cuando hay gente menuda por
casa, montones de cosas que se nos quedan pequeñas que, para más dolor, muchas
veces están nuevas y flamantes, aunque también es cierto que en otras ocasiones
quedan hechos unos zorros y no las reconocería ni el fabricante.
Cuando se agota la lista de “hermanos herederos” nos da pena tirar
cosas que todavía pueden tener un uso, por lo que tiramos de hermanos, amigos,
vecinos, un primo de Cartagena… y así vamos dando paso a la ropa, juguetes,
sillas de seguridad del coche y mil y un accesorios necesarios en ocasiones,
pero que ocupan un sitio de agárrate y no te menees.
Desde el blog del AFA se va crear una sección, llamada El Rastro de la Atalaya, donde trataremos de
servir de nexo entre aquellas familias que quieran desprenderse de cosas y de
aquellas otras que lo necesiten, siempre sin ánimo de lucro, de forma que
podamos dar una alternativa distinta del cubo de la basura a cosas como, por
ejemplo, el chándal del colegio o la silla del coche.
Esperamos que esta iniciativa sea útil y nos ayude en unas ocasiones a ahorrar y en
otras a reciclar.
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