“Yo no mandé a mis
naves a luchar contra los elementos” Así se expresaba Felipe II cuando supo
de la derrota de la “Armada Invencible”.
Ya
hablábamos en la crónica anterior de esos molestos y descarados espontáneos que
se cuelan en las fiestas sin invitación, ya sea como fenómeno sanitario o
climatológico.
Pues
bien, en esta ocasión no fue una... no, ni siquiera fueron dos ¡qué va!...¡¡¡TRES!!! fueron tres las
epidemias que cayeron sobre el colegio cual plagas de Egipto causando bajas en
los peques y, por ello, en sus cuidadores correspondientes; las muy
impertinentes e inoportunas respondían a los nombres de: Gripe, Varicela y
Escarlatina.
Por
si ello fuera poco, toda la semana tuvimos un tiempecito que no auguraba nada
bueno: al ensayo general programado para el viernes a las 12 se presentó el
viento arreciando acompañado por la lluvia como pareja de baile. Los indeseados
asistentes llegaron vestidos con sus mejores galas, pavoneándose a ver cuál de
ellos hacía más estragos en el lugar.
Foto cedida por el documentador oficial del colegio
La
lluvia lucía un modelo de Llovienzo Caprile que consistía en
un vestido en tonos aqua marina con una falda muy vaporosa, el cuerpo lucía un
drapeado en forma de olas y las mangas y bajos de la falda estaban rematados
con unas perlas níveas, las cuales con los giros del baile salían despedidas y
se estrellaban en forma de granizo como si fueran perdigones.
El
viento se presentó con un traje de tuno diseñado por Eolo Berhanyer, la capa se movía
como si tuviera vida propia, arrasando con todo lo que tuviera cerca y no había
paraguas o árbol que se le resistiera, si bien se sospecha que la intención que
tenía era la de mover la falda del modelo de Llovienzo Caprile en una dirección favorable.
Foto cedida por el documentador oficial del colegio
La
pareja se presentó en el colegio muy temprano, entonces ya estaba claro que
estos dos estaban metidos en faena y, llegada
la hora del ensayo, ante
semejante furor hubo que suspender el baile y dejarles a aquellos dos que
siguieran solitos con lo suyo.
Sin
embargo no nos arrugamos, hay que hacer frente a las adversidades y poner al
buen tiempo buena cara y así llegamos al cole a las 15h. El viento y la lluvia
entonces se estaban dando los últimos bocados del festín de la mañana, parecía
que la pareja se había consolidado y nos iba a dar la lata. Sin embargo, justo
a tiempo de poder hacer el desfile del carnaval, se ve que el viento decidió
eso de “Un cigarrito pa’l
pecho por lo bien que lo hemos hecho” y la lluvia se nos
quedó dormida tras el éxtasis, por lo que nos libramos hasta el final de la
fiesta de la parejita, dejándoneos en su lugar un frío de pasmo. Más
tarde aquellos dos espabilarían y seguirían a los suyo, pero nosotros ya
estábamos librados.
Y
es que será cierto que el agua es muy buena para el campo, pero también es
cierto que“Nunca llueve a gusto de todos”.
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