martes, 19 de febrero de 2013

Crónica de carnavales: Resaca de la fiesta (I)


“Yo no mandé a mis naves a luchar contra los elementos” Así se expresaba Felipe II cuando supo de la derrota de la “Armada Invencible”.
Ya hablábamos en la crónica anterior de esos molestos y descarados espontáneos que se cuelan en las fiestas sin invitación, ya sea como fenómeno sanitario o climatológico.
Pues bien, en esta ocasión no fue una... no, ni siquiera fueron dos ¡qué va!...¡¡¡TRES!!! fueron tres las epidemias que cayeron sobre el colegio cual plagas de Egipto causando bajas en los peques y, por ello, en sus cuidadores correspondientes; las muy impertinentes e inoportunas respondían a los nombres de: Gripe, Varicela y Escarlatina.
Por si ello fuera poco, toda la semana tuvimos un tiempecito que no auguraba nada bueno: al ensayo general programado para el viernes a las 12 se presentó el viento arreciando acompañado por la lluvia como pareja de baile. Los indeseados asistentes llegaron vestidos con sus mejores galas, pavoneándose a ver cuál de ellos hacía más estragos en el lugar.

                                                                          Foto cedida por el documentador oficial del colegio

La lluvia lucía un modelo de Llovienzo Caprile que consistía en un vestido en tonos aqua marina con una falda muy vaporosa, el cuerpo lucía un drapeado en forma de olas y las mangas y bajos de la falda estaban rematados con unas perlas níveas, las cuales con los giros del baile salían despedidas y se estrellaban en forma de granizo como si fueran perdigones.  
El viento se presentó con un traje de tuno diseñado por Eolo Berhanyer, la capa se movía como si tuviera vida propia, arrasando con todo lo que tuviera cerca y no había paraguas o árbol que se le resistiera, si bien se sospecha que la intención que tenía era la de mover la falda del modelo de Llovienzo Caprile en una dirección favorable.

Foto cedida por el documentador oficial del colegio

La pareja se presentó en el colegio muy temprano, entonces ya estaba claro que estos dos estaban metidos en faena y, llegada la hora del ensayo, ante semejante furor hubo que suspender el baile y dejarles a aquellos dos  que siguieran solitos con lo suyo.
Sin embargo no nos arrugamos, hay que hacer frente a las adversidades y poner al buen tiempo buena cara y así llegamos al cole a las 15h. El viento y la lluvia entonces se estaban dando los últimos bocados del festín de la mañana, parecía que la pareja se había consolidado y nos iba a dar la lata. Sin embargo, justo a tiempo de poder hacer el desfile del carnaval, se ve que el viento decidió eso de “Un cigarrito pa’l pecho por lo bien que lo hemos hecho” y la lluvia se nos quedó dormida tras el éxtasis, por lo que nos libramos hasta el final de la fiesta de la parejita, dejándoneos en su lugar un frío de pasmo.  Más tarde aquellos dos espabilarían y seguirían a los suyo, pero nosotros ya estábamos librados.
Y es que será cierto que el agua es muy buena para el campo, pero también es cierto que“Nunca llueve a gusto de todos”.


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